jueves, 23 de agosto de 2012

L a escuela del puente

La “escuela puente”, una forma de erradicar el trabajo infantil

La educación es un derecho humano, además de ser un factor clave en la reducción de la pobreza y del trabajo infantil. Sin embargo, más de 70 millones de niños en edad escolar no están matriculados y muchos de ellos forman parte de los 218 millones niños que trabajan en el mundo. La comunidad internacional se fijo como meta, en el marco de los Objetivos del Desarrollo del Milenio, garantizar que de aquí al 2015 todos los niños y niñas finalicen el ciclo completo de educación primaria.

El proyecto de “escuelas puente” se realiza en el marco del Programa Internacional de la OIT para la Erradicación del Trabajo Infantil (IPEC), por medio de su programa subregional de “Lucha contra la trata de niños para la explotación laboral en África central y occidental”, LUTRENA, y en colaboración con el Servicio Autónomo de Alfabetización (SAA), un organismo gubernamental público de Côte d’Ivoire.
El principio de este programa consiste en garantizar dos niveles de educación básica de una duración máxima de 9 meses en las localidades de Bonoua, Dabou, Grand Bassam y del Distrito de Abidjan. Con esa finalidad, se aprovechan las infraestructuras de los colegios durante los días y las horas en que están cerrados (miércoles, sábado y domingo) para ofrecer una educación a los niños más vulnerables o a aquellos que han sido víctimas de trata. La educación de los niños la imparten voluntarios asesorados por los consejeros en alfabetización del Estado. Al concluir esa fase de formación, el alumno que la ha terminado con éxito puede matricularse en una clase de nivel elemental (CE).
Gracias al proyecto IPEC-LUTRENA, Salimata ha podido matricularse en una clase puente. Claro que, para ello, fue necesario sensibilizar a sus guardianes destacándoles la importancia que tenía la educación para Salimata. “El trabajo de los niños está estrechamente vinculado con la pobreza. Una familia pobre no necesariamente dispone de los medios para pagar los gastos escolares y puede desesperadamente necesitar la contribución del niño a los ingresos del hogar”, señala Honoré Boua Bi Semien, coordinador nacional del proyecto LUTERNA.
Se estima que, a escala mundial, sólo el 46 por ciento de los niños y el 43 por ciento de las niñas están escolarizados a nivel secundario. En África subsahariana, un niño de cada cinco llega al nivel secundario.
“Incluso si la mejora de acceso a la educación gratuita es esencial para fomentar la participación en la misma, la enseñanza debe ser de suficiente calidad para que los niños permanezcan en la escuela y para poder garantizar resultados de aprendizaje positivos. Con demasiada frecuencia las clases están destartaladas y sobrepobladas, con insuficientes recursos y un personal docente sin calificaciones. Los padres que consideran que la educación no merece la pena se sentirán menos propensos a enviar a sus hijos a la escuela, lo que no les deja otra posibilidad que la de entrar en el mercado laboral a una edad precoz”, dice el Sr. Boua Bi Semien.
Los guardianes de Salimata no lo lamentaron nunca. Un asistente de la escuela observo que la niña estaba muy motivada y que aprendía rápidamente. Al término del período de formación que duró 8 meses, Salimata ya sabía leer y escribir. Con el apoyo de los consejeros en alfabetización del SAA, de los maestros voluntarios y del visto bueno de las autoridades locales (en particular del inspector de la educación primaria), Salimata pudo integrar la escuela primaria de su barrio a nivel CP2. Al final del año escolar, fue admitida en la clase superior (CEI) con un promedio de 9,6 sobre 10. Su nueva maestra, la Sra. K.B., afirma que Salimata es su mejor alumna. Y que además se porta muy bien en clase.
Alentada por su familia tutora, Salimata es una niña alegre que ve el porvenir esperanzada. “Estoy muy feliz de poder ir a la escuela. Agradezco a todos los que me han ayudado”, declara. ¿Ya tiene una idea de lo que quiere hacer al concluir sus estudios? “Quisiera ser policía”, contesta Salimata.
“Uno de los elementos fundamentales de la estrategia de lucha contra el trabajo infantil es la reducción de las barreras que impiden el acceso a las escuelas, y la mejora de la enseñanza para permitir a las familias que inviertan en el capital humano que representan sus hijos de manera que, llegados a la edad adulta, estos niños tengan acceso a un trabajo decente. Invertir en la educación es una decisión económica valida”, concluye el Sr. Boua Bi Semien.
Un estudio de la OIT señala que la eliminación del trabajo infantil y su sustitución por una enseñanza universal ofrecen grandes beneficios económicos, además de los beneficios sociales. En términos generales, tales beneficios superan los costos en una relación de más de 6 a 1. Cada año adicional de escolaridad, hasta la edad de los 14 años, produce ingresos adicionales de 11 por ciento por año.

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