La teoría
de la dependencia
un balance
histórico y teórico
Theotonio
dos Santos
ANTECEDENTES
HISTÓRICOS: EL SURGIMIENTO
DE LAS TEORÍAS DEL DESARROLLO
Con el final de la II Guerra Mundial comienza la
decadencia definitiva de las potencias imperialistas que habían dominado el
mundo desde finales del siglo XIX hasta
la I Guerra Mundial. El dominio colonial, cuestionado a partir de los años 20
por el surgimiento de la hegemonía norteamericana continuó, sin embargo, siendo
practicado e incluso se exacerbaron las tentativas de volver a dividir el
mundo. Fueron estas luchas por el dominio económico y territorial del planeta
las que llevaron finalmente a la II Guerra Mundial.
Las dos principales potencias derrotadas, Alemania y
sobre todo el Japón, abandonan, en consecuencia, un importante espacio
colonial. Los imperios Austro-Húngaro y Otomano desaparecerán entre las dos
guerras. La Inglaterra victoriosa, no puede sustentar su esfuerzo bélico y, al
mismo tiempo, preservar su vasto mundo colonial. Francia –entre derrotada y
victoriosa- también se vió incapacitada para mantener sus antiguas conquistas
territoriales. Los EE.UU., indiscutible vencedor, sin que fuese tocado su
territorio, no podía abandonar su tradición antimperialista de ex-país
colonial. Además su poder se tornó tan aplastante que no necesitaba cargar el
peso de una dominación colonial. El había ocupado a Alemania, Italia y al Japón
y tenía tropas estacionadas y bases militares en cerca de 150 países. La guerra
fría, la OTAN y otros tratados regionales legitimaron y consolidaron estos
desplazamientos de tropas, sin crear una connotación imperial.
La URSS, heredera del Imperio Ruso, que fuera
invadido 3 veces (por Napoleón, por Alemania en la I Guerra Mundial y por la
ocupación nazi en la Segunda), salió de la II Guerra convertida en ocupante de
vastos territorios, ocupación que procuró consolidar mediante el
establecimiento de regímenes aliados, con una estructura ideológica similar a
la suya, destinados a proteger su frente occidental. Estos regímenes fueron, a
pesar de todo, implantados de manera improvisada y sin respaldo social
suficiente lo que llevó a una sucesión de graves crisis (Berlín, Hungría,
Polonia). La oposición a los gobiernos de Europa Central contaba con apoyo
externo significativo de varios orígenes. Esta inestabilidad era reforzada por
la intensificación de la guerra fría, que consistía en una estrategia de
confrontación global con la URSS y sus posibles aliados, establecida por los
EE.UU. y por Inglaterra y basada en la doctrina de “contención” de una supuesta
expansión soviética. De hecho, la guerra fría fue implantada por los
EE.UU. para consolidar su hegemonía sobre el llamado Mundo Occidental.
En este reordenamiento de fuerzas mundiales, emerge
un conjunto de nuevos Estados Nacionales jurídicamente soberanos. Entre ellos,
algunos son extremadamente poderosos. La mayor concentración demográfica de la
tierra se reunió en dos unidades estatales: la China y la India, que se
constituyeron en estados nacionales después de años de dominio colonial o
semicolonial. Junto a la India se forman los Estados islámicos de Paquistán y
Bangladesh. Potencias estratégicas desde el punto de vista geopolítico,
como Egipto (que domina el paso entre el
Mediterráneo y el Golfo Pérsico), Turquía, Persia, Paquistán, etc.; también se
liberan del dominio extranjero y se constituyen en Estados Nacionales. Los
Movimientos de Liberación Nacional incendian
el Asia y Africa. El Medio-Oriente se torna una zona de disputa en la
que opera un complejo juego de potencias locales e internacionales. El
resurgimiento del mundo árabe da una nueva connotación al principal polo
petrolero del mundo. Posteriormente la unidad islámica sustituirá al
pan-arabismo de Nasser.
La América Latina, a pesar de ser una zona de
estados independientes desde el siglo XIX, se siente identificada con las
aspiraciones de independencia económica de los antiguos pueblos coloniales y
desea también una independencia política real, ante las presiones diplomáticas
e intervenciones políticas y militares directas de Inglaterra, sobre todo hasta
1930, y de los Estados Unidos, particularmente después de la II Guerra.
La Conferencia Afro-Asiática de Bandung, en 1954,
realizada en la Indonesia de Sukarno, reunió a los líderes de la India, de
Egipto, China y Yugoslavia y consagró una nueva realidad política, económica,
cultural y civilizacional. Nuevas instituciones económicas y políticas, como la
UNCTAD y el Movimiento de los No Alineados darán continuidad al espíritu de
Bandung. Las organizaciones regionales de las Naciones Unidas, como la CEPAL,
no podían escapar de la influencia de este nuevo clima económico, político y
espiritual. Organizaciones como la FAO, reflejaban el pensamiento crítico e
innovador de estas regiones. Josué de Castro, el médico y científico social
brasileño que revelara la gravedad de la situación alimentaria en el planeta,
en sus obras Geografía del Hambre y Geopolítica del Hambre, llegó
a la presidencia del consejo de la FAO proponiendo una política mundial contra
el subdesarrollo.
Era inevitable, por tanto, que las ciencias sociales
pasasen a reflejar esta nueva realidad. Ellas se habían constituido desde el
siglo XIX, en torno a la explicación de la revolución industrial y del
surgimiento de la civilización occidental como un gran proceso social creador
de la modernidad, que correspondía a un nuevo estadío civilizatorio,
representado a veces como resultado
histórico de la acción de las fuerzas económicas y sociales, como son el
mercado y las burguesías nacionales. Otras veces, ellas aparecen como el
resultado de un modelo de conducta racional del homo-economicus y del individuo
racionalista y utilitario que será expresión última de la naturaleza humana,
cuando ésta quede liberada de tradiciones y mitos antihumanos. Otras veces,
estas conquistas económicas, políticas y culturales se presentarán como
producto de una superioridad racial o cultural de Europa.
La crisis del colonialismo, iniciada en la I Guerra
Mundial y acentuada después de la terminación de la II Guerra Mundial, pondrá
en discusión algunas de estas interpretaciones de la evolución histórica. La
derrota nazi impuso el total rechazo a la tesis de la excepcionalidad europea y
de la superioridad racial. La modernidad debería ser encarada fundamentalmente
como un fenómeno universal, como un estadío social que todos los pueblos
deberían alcanzar, pues corresponde al desarrollo pleno de la sociedad
democrática que una parte de los países victoriosos identificaban con el
liberalismo norteamericano e inglés y, otra parte, con el socialismo ruso (que
se confundía con la versión de Stalin, cuyo liderazgo habría garantizado la
victoria de la URSS y de los aliados).
Es así como surge una vasta literatura científica
dedicada al análisis de estos temas bajo el título general de “teoría del
desarrollo”. La característica principal de esta literatura era la de
concebir el desarrollo como una adopción de normas de conducta, actitudes y
valores identificados con la racionalidad económica moderna, caracterizada por
la búsqueda de la productividad máxima, la generación de ganancias y la
creación de inversiones que llevasen a la acumulación permanente de las
riquezas por parte de los individuos y, en consecuencia, de cada sociedad
nacional. Ya los fundadores de las ciencias sociales modernas, habían
identificado estas actitudes y conducta. Karl Marx, Emil Durkheim y Max Weber,
además de los economistas clásicos (Adam Smith y Ricardo) y sus seguidores
(Stuart Mill) o continuadores neoclásicos, establecieron teorías en ciertos
aspectos convergentes y en otros contradictorios, sobre esta sociedad moderna y
sobre los procesos que condujeron a su implantación.
La Teoría del Desarrollo Humano y la educación
En muchas ocasiones se ha escuchado a personas e incluso aprofesionales hablar del desarrollo humano, pero sin una base conceptual clara. Por este motivo, educAcción ha decidido revisar una investigación
básica dirigida por un equipo de científicos liderada por Manfred Max-Neff, como parte de un proyecto
Cepaur, auspiciado por la Fundación Dag Hammarskjöld. Desarrollo a Escala Humana: una opción para el futuro’ es un referente en las ciencias sociales. Parte de una relectura de la crisis latinoamericana, en la que se presentan crisis de propuestas y crisis de utopías, que han formado parte de las limitaciones reales de nuestro desarrollo. Es una alternativa frente a las frustraciones del denominado desarrollismo y su hermano mayor, el monetarismo, de corte neoliberal, que centra su atención en la economía, y el socialismo de Estado que fracasó en la Unión Soviética.
Una nueva perspectiva
Mientras otras teorías socioeconómicas parten del capital y del trabajo, o del Estado como estructura jurídico- política, esta teoría tiene en el ser humano y sus necesidades básicas el punto de partida de una propuesta innovadora. El propósito esencial es lograr la transformación de la persona- objeto en persona-sujeto del desarrollo que, entre otros aspectos, es un problema de escala: ya no desde las esferas del poder, de carácter piramidal, sino de abajo hacia arriba. En este sentido, el desarrollo a escala humana es un escenario de profundización de la democracia, que va más allá de un tipo de Estado y “se extiende a las capacidades de la sociedad civil para movilizarse y adecuar un orden político representativo a los
proyectos de los diversos y heterogéneos sujetos sociales”. La Teoría del Desarrollo Humano sostiene que
unademocracia social odemocracia de la cotidianidad no se despreocupa de la democracia política. Intenta
“rescatar la dimensión ‘molecular’de lo social: microorganizaciones, espacios locales, espacios a escala humana que dan sentido a lo político sustentado en una cultura democrática”.
Las necesidades humanas La originalidad de esta teoría radica en la identificación de las necesidades
humanas –sus carencias y potencialidades-, que llevan a una reivindicación de lo subjetivo y a su ubicación en el tiempo y ritmos. Al respecto se crea una matriz de necesidades y satisfactores, que permiten pasar de un enfoque lineal a un enfoque sistémico, de la eficiencia a la sinergia. Un postulado esencial es que “el desarrollo se refiere a las personas y no a los objetos”. Sobre esta base, las necesidades humanas son desagregadas en dos categorías: existenciales.
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