martes, 22 de mayo de 2012

TEORIA DEL DESARROLLO Y EDUCACION


La teoría de la dependencia
un balance histórico y teórico
                                                                                                                                                         
Theotonio dos Santos 


ANTECEDENTES HISTÓRICOS: EL SURGIMIENTO
DE LAS TEORÍAS DEL DESARROLLO
Con el final de la II Guerra Mundial comienza la decadencia definitiva de las potencias imperialistas que habían dominado el mundo desde finales del siglo  XIX hasta la I Guerra Mundial. El dominio colonial, cuestionado a partir de los años 20 por el surgimiento de la hegemonía norteamericana continuó, sin embargo, siendo practicado e incluso se exacerbaron las tentativas de volver a dividir el mundo. Fueron estas luchas por el dominio económico y territorial del planeta las que llevaron finalmente a la II Guerra Mundial.
Las dos principales potencias derrotadas, Alemania y sobre todo el Japón, abandonan, en consecuencia, un importante espacio colonial. Los imperios Austro-Húngaro y Otomano desaparecerán entre las dos guerras. La Inglaterra victoriosa, no puede sustentar su esfuerzo bélico y, al mismo tiempo, preservar su vasto mundo colonial. Francia –entre derrotada y victoriosa- también se vió incapacitada para mantener sus antiguas conquistas territoriales. Los EE.UU., indiscutible vencedor, sin que fuese tocado su territorio, no podía abandonar su tradición antimperialista de ex-país colonial. Además su poder se tornó tan aplastante que no necesitaba cargar el peso de una dominación colonial. El había ocupado a Alemania, Italia y al Japón y tenía tropas estacionadas y bases militares en cerca de 150 países. La guerra fría, la OTAN y otros tratados regionales legitimaron y consolidaron estos desplazamientos de tropas, sin crear una connotación imperial.
La URSS, heredera del Imperio Ruso, que fuera invadido 3 veces (por Napoleón, por Alemania en la I Guerra Mundial y por la ocupación nazi en la Segunda), salió de la II Guerra convertida en ocupante de vastos territorios, ocupación que procuró consolidar mediante el establecimiento de regímenes aliados, con una estructura ideológica similar a la suya, destinados a proteger su frente occidental. Estos regímenes fueron, a pesar de todo, implantados de manera improvisada y sin respaldo social suficiente lo que llevó a una sucesión de graves crisis (Berlín, Hungría, Polonia). La oposición a los gobiernos de Europa Central contaba con apoyo externo significativo de varios orígenes. Esta inestabilidad era reforzada por la intensificación de la guerra fría, que consistía en una estrategia de confrontación global con la URSS y sus posibles aliados, establecida por los EE.UU. y por Inglaterra y basada en la doctrina de “contención” de una supuesta expansión soviética. De hecho, la guerra fría fue implantada por los EE.UU. para consolidar su hegemonía sobre el llamado Mundo Occidental.
En este reordenamiento de fuerzas mundiales, emerge un conjunto de nuevos Estados Nacionales jurídicamente soberanos. Entre ellos, algunos son extremadamente poderosos. La mayor concentración demográfica de la tierra se reunió en dos unidades estatales: la China y la India, que se constituyeron en estados nacionales después de años de dominio colonial o semicolonial. Junto a la India se forman los Estados islámicos de Paquistán y Bangladesh. Potencias estratégicas desde el punto de vista geopolítico, como  Egipto (que domina el paso entre el Mediterráneo y el Golfo Pérsico), Turquía, Persia, Paquistán, etc.; también se liberan del dominio extranjero y se constituyen en Estados Nacionales. Los Movimientos de Liberación Nacional incendian  el Asia y Africa. El Medio-Oriente se torna una zona de disputa en la que opera un complejo juego de potencias locales e internacionales. El resurgimiento del mundo árabe da una nueva connotación al principal polo petrolero del mundo. Posteriormente la unidad islámica sustituirá al pan-arabismo de Nasser.
La América Latina, a pesar de ser una zona de estados independientes desde el siglo XIX, se siente identificada con las aspiraciones de independencia económica de los antiguos pueblos coloniales y desea también una independencia política real, ante las presiones diplomáticas e intervenciones políticas y militares directas de Inglaterra, sobre todo hasta 1930, y de los Estados Unidos, particularmente después de la II Guerra.
La Conferencia Afro-Asiática de Bandung, en 1954, realizada en la Indonesia de Sukarno, reunió a los líderes de la India, de Egipto, China y Yugoslavia y consagró una nueva realidad política, económica, cultural y civilizacional. Nuevas instituciones económicas y políticas, como la UNCTAD y el Movimiento de los No Alineados darán continuidad al espíritu de Bandung. Las organizaciones regionales de las Naciones Unidas, como la CEPAL, no podían escapar de la influencia de este nuevo clima económico, político y espiritual. Organizaciones como la FAO, reflejaban el pensamiento crítico e innovador de estas regiones. Josué de Castro, el médico y científico social brasileño que revelara la gravedad de la situación alimentaria en el planeta, en sus obras Geografía del Hambre y Geopolítica del Hambre, llegó a la presidencia del consejo de la FAO proponiendo una política mundial contra el subdesarrollo.
Era inevitable, por tanto, que las ciencias sociales pasasen a reflejar esta nueva realidad. Ellas se habían constituido desde el siglo XIX, en torno a la explicación de la revolución industrial y del surgimiento de la civilización occidental como un gran proceso social creador de la modernidad, que correspondía a un nuevo estadío civilizatorio, representado  a veces como resultado histórico de la acción de las fuerzas económicas y sociales, como son el mercado y las burguesías nacionales. Otras veces, ellas aparecen como el resultado de un modelo de conducta racional del homo-economicus y del individuo racionalista y utilitario que será expresión última de la naturaleza humana, cuando ésta quede liberada de tradiciones y mitos antihumanos. Otras veces, estas conquistas económicas, políticas y culturales se presentarán como producto de una superioridad racial o cultural de Europa.
La crisis del colonialismo, iniciada en la I Guerra Mundial y acentuada después de la terminación de la II Guerra Mundial, pondrá en discusión algunas de estas interpretaciones de la evolución histórica. La derrota nazi impuso el total rechazo a la tesis de la excepcionalidad europea y de la superioridad racial. La modernidad debería ser encarada fundamentalmente como un fenómeno universal, como un estadío social que todos los pueblos deberían alcanzar, pues corresponde al desarrollo pleno de la sociedad democrática que una parte de los países victoriosos identificaban con el liberalismo norteamericano e inglés y, otra parte, con el socialismo ruso (que se confundía con la versión de Stalin, cuyo liderazgo habría garantizado la victoria de la URSS y de los aliados).
Es así como surge una vasta literatura científica dedicada al análisis de estos temas bajo el título general de “teoría del desarrollo”. La característica principal de esta literatura era la de concebir el desarrollo como una adopción de normas de conducta, actitudes y valores identificados con la racionalidad económica moderna, caracterizada por la búsqueda de la productividad máxima, la generación de ganancias y la creación de inversiones que llevasen a la acumulación permanente de las riquezas por parte de los individuos y, en consecuencia, de cada sociedad nacional. Ya los fundadores de las ciencias sociales modernas, habían identificado estas actitudes y conducta. Karl Marx, Emil Durkheim y Max Weber, además de los economistas clásicos (Adam Smith y Ricardo) y sus seguidores (Stuart Mill) o continuadores neoclásicos, establecieron teorías en ciertos aspectos convergentes y en otros contradictorios, sobre esta sociedad moderna y sobre los procesos que condujeron a su implantación.

La Teoría del Desarrollo Humano y la educación
En muchas ocasiones se ha escuchado a personas e incluso aprofesionales hablar del desarrollo humano, pero sin una base conceptual clara. Por este motivo, educAcción ha decidido revisar una investigación
básica dirigida por un equipo de científicos liderada por Manfred Max-Neff, como parte de un proyecto
Cepaur, auspiciado por la Fundación Dag Hammarskjöld. Desarrollo a Escala Humana: una opción para el futuro’ es un referente en las ciencias sociales. Parte de una relectura de la crisis latinoamericana, en la que se presentan crisis de propuestas y crisis de utopías, que han formado parte de las limitaciones reales de nuestro desarrollo. Es una alternativa frente a las frustraciones del denominado desarrollismo y su hermano mayor, el monetarismo, de corte neoliberal, que centra su atención en la economía, y el socialismo de Estado que fracasó en la Unión Soviética.

 Una nueva perspectiva
Mientras otras teorías socioeconómicas parten del capital y del trabajo, o del Estado como estructura jurídico- política, esta teoría tiene en el ser humano y sus necesidades básicas el punto de partida de una propuesta innovadora. El propósito esencial es lograr la transformación de la persona- objeto en persona-sujeto del desarrollo que, entre otros aspectos, es un problema de escala: ya no desde las esferas del poder, de carácter piramidal, sino de abajo hacia arriba. En este sentido, el desarrollo a escala humana es un escenario de profundización de la democracia, que va más allá de un tipo de Estado y “se extiende a las capacidades de la sociedad civil para movilizarse y adecuar un orden político representativo a los
proyectos de los diversos y heterogéneos sujetos sociales”. La Teoría del Desarrollo Humano sostiene que
unademocracia social odemocracia de la cotidianidad no se despreocupa de la democracia política. Intenta
“rescatar la dimensión ‘molecular’de lo social: microorganizaciones, espacios locales, espacios a escala humana que dan sentido a lo político sustentado en una cultura democrática”.

 Las necesidades humanas La originalidad de esta teoría radica en la identificación de las necesidades
humanas –sus carencias y potencialidades-, que llevan a una reivindicación de lo subjetivo y a su ubicación en el tiempo y ritmos. Al respecto se crea una matriz de necesidades y satisfactores, que permiten pasar de un enfoque lineal a un enfoque sistémico, de la eficiencia a la sinergia. Un postulado esencial es que “el desarrollo se refiere a las personas y no a los objetos”. Sobre esta base, las necesidades humanas son desagregadas en dos categorías: existenciales.

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